Nada puede separarnos

Cuando el padre de Pris respondió al llamado de Dios a la obra misionera en una pequeña isla de Indonesia, toda su familia se encontró viviendo en una choza arruinada que antes se usaba para animales. Pris recuerda celebrar la Navidad sentados en el suelo y cantando mientras el agua de la lluvia goteaba del techo de paja. Pero su padre le recordó: «Pris, ser pobres no significa que Dios no nos ame».